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Diana Fuentes

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Como la sal en el mar. Mi version de la Ultima cena de Leorando D´Vinci.

Mi versión del Guernica, Obra maestra de Picasso

Expo Como la Sal en el Mar 2017

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Mi comentario:

Galería Pedro Gerson

Gracias a Debora Lewinson, al CDI y a todos Ustedes presentes por acompañarme el día de hoy.

Les comparto este domingo unas palabras:

Los artistas plásticos, en el ejercicio de nuestro libre albedrío, nos convertimos en un instrumento de la “innata unidad”, según Jung, lo que genera el arte, unidad a la que invitamos, y con quien trabajamos en equipo, de ahí el fruto, la obra de arte. 

En la misma, el espacio determina al sujeto, y en similar manera diría Picasso, el estilo del artista se define entre un circulo perfecto y nuestro intento en replicar el mismo. 

El espacio, el lienzo blanco, cobra vida en mi obra en una serie de entramados que se originan en letras y plegarias, que libero de su forma típica para dar paso a la estilizada vibración esencial de la misma en una abstracción. Ahí es donde invito la penetración de la “innata unidad”. La forma literal se disipa y se funde en el color. Es en la linea del pincel, como cuerda floja, donde encuentro el equilibrio en el desequilibrio. Linea que gravita o levita sobre el cosmos vacío del lienzo, llena de energía, vida y color. 

Sobre de esta primer capa abstracta, encajo la siguiente veladura, misma que habla del mundo físico, visible, comprensible, temporal, escenas imbuidas de relatividad e ilusiones ópticas. La tela gris de la ambigüedad y por ello lo monocromático. En este caso mis interpretaciones de obras maestras.

Surge de esta union, mi discurso. 

Por ejemplo, lo que representa una jaula de pájaros (en mi versión del Guernica) en realidad es una mem, una he y una iud del alfabeto hebreo. A lo que solo superpuse unas sencillas lineas que se convierten en los barrotes de una jaula con dos pájaros, uno dentro y otro fuera, invitándolo a salir justo donde ocurre la sinapsis de la letra he.

El grano grueso y solido de sal, la cara geométrica distinguible de la misma realidad física, los pájaros, los barrotes, se diluyen en el mar del agua espiritual, la veladura abstracta del fondo, que es el rezo transformador que le funde en el signo base. En ambos aspectos, ahí se rompe el parergon, (el adorno), la khora se desvela, la cuántica se manifiesta, pues las coincidencias se hacen entonces evidentes, gracias a que el fondo lo ejecuto con absoluta libertad aleatoria, mientras que la superficie la predetermine desde un inicio con “el Guernica”, de lo que surgen armonizaciones inéditas sobre la piel del lienzo que se descubren así mismas, se encuentran, y donde lo congnitivo y estático queda imbuido de lo dinámico e intuitivo. Nodos que resucitan la ambigüedad monocromática y dan paso a la afirmación sublime. 

Entonces al reconfigurar los escenarios, la esencia de vida se activa y es donde vemos una semilla viva en una cascara muerta, lo que es mi interpretación de estas obras. 

Semilla que lo pierde todo, incapaz de poder ver que se transformara en un árbol, o en la obra de arte que aquí vemos, es imposible que en esa inicial entrega total se vislumbren las mil maneras o posibilidades en que se vera vestida en un nuevo escenario. Semilla que se rinde, se da por completo sin saber que su esencia permanecerá en el nuevo árbol con frutos propios.

La semilla nunca podrá encontrarse con el árbol de la misma manera en que el ser humano nunca se encuentra literalmente con Di-s, o con su propia espiritualidad. Y sin embargo aquí! los contemplamos juntos.

La invitación a ser penetrado es el salto a lo desconocido y presente, la napsis, el relajarse en una profunda aceptación y confianza, donde te rindes sin ninguna resistencia a lo desconocido, ahí se activa la innata unidad de Jung y donde llega a coincidir con la literalidad del pincel esta su espejo.

Al crear, ¡al amar!, somos el reflejo, espejo de nuestro Creador.

Diana Fuentes

2017

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